Doctora Miroslava Ramírez Sánchez
He aquí uno de esos momentos donde te acabas de pelear con tu pareja, de esos enojos que pasan a la historia, todo comenzó con algo de lo más absurdo, pero ahora están tremendamente conflictuados. Cuando regresas a casa te diriges directamente sin escalas hacia la cocina, tomas el frasco de mermelada y te preparas sendo bolillo o tal vez alcanzas la caja de galletas y la llevas contigo y devoras hasta la última sin darte cuenta.
Pero, después de ese momento de compensación ¿realmente te ayudará a sentirte mejor o solo acabará por inyectarte la mayor culpa al sentirte asquerosamente lleno cual tinaco?
Comer emocionalmente es lo que hacen las personas que no saben cómo afrontar sus conflictos internos y que usan la comida como una forma de evadir lo que los conflictúa y así callar sus sentimientos o reprimirlos para calmar el hambre o disipar la ansiedad que les provoca el no saber enfrentar sus problemas.
Seguramente te ha pasado que cuando estás muy preocupado por algo no sabes a qué hora te terminaste esa bolsa de papas. O que si ha sido un día aburridísimo te llevas a la boca cualquier cosa sin encontrarle ni el sabor y sin ser consciente de ello. Comer emocionalmente puede causar sobrepeso, malestar general y altísimas sensaciones de ansiedad y displacer. La comida es uno de los más grandes placeres para algunas personas y a veces nos puede dar un empujón anímico, pero debemos poner atención al tipo de alimentos que elegimos cuando queremos calmar emociones.
Según recientes estudios tendemos a elegir alimentos grasosos para calmar emociones. Rara vez somos conscientes de lo que comemos o por qué elegimos aquello. Solo nos fijamos en eso cuando hay un problema de salud o sobre peso o tal vez si hay un evento en puerta en el que queremos lucir fabulosos.
La alimentación no debe ser un asunto más de gustos que de análisis. Es común ver a mis pacientes consumir más dulces o chocolates cuando tratan de llenar algún vacío producido por falta de afecto o cuando se sienten abandonados. Se inclinan hacia la comida chatarra aquellas personas que inconscientemente quieren mantenerse indiferentes o que no quieren darse cuenta de algo, que se resisten a pensar y que niegan lo que está ocurriendo porque evadir es más fácil que enfrentar.
Aprender a distinguir entre el hambre emocional y el hambre biológica es indispensable para un sano equilibrio entre mente y cuerpo. Tal vez esa lucha contra tu sobrepeso finalmente termine si le das un vistazo a tu vida emocional. Tips para distinguir entre el hambre fisiológica y el hambre psicológica:
1. El hambre emocional aparece de repente, como una urgencia. El hambre fisiológica aparece gradualmente.
2. Nuestro cuerpo pide comida en general, mientras que nuestras emociones piden una comida en específico. El hambre emocional genera antojos: galletas de x marca, pizza de x lugar, etc.
3. El hambre emocional exige ser satisfecha inmediatamente, por eso genera una gran ansiedad. En cambio el hambre fisiológica puede controlarse y esperar.
4. El hambre fisiológica desaparece cuando nos sentimos satisfechos, en cambio el hambre emocional hace que sigamos comiendo aunque físicamente nos sintamos llenos. Perdemos nuestra capacidad de sentir saciedad.
5. El hambre emocional puede ocasionar sentimientos de culpa.
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