Dra. Miroslava Ramírez Sánchez

La postmodernidad nos presenta un escenario humano que, así como progresista, igualmente decadente, en lo que se refiere al valor que las personas les damos a otras y con ello la vida nos pone a prueba con situaciones que a veces creemos no poder superar.  

En la consulta diaria se observa un considerable aumento en los casos de personas que enfrentan las consecuencias traumáticas de un robo, un incendio, un ataque físico, que presencian maltrato, son víctimas de abuso físico, sufren una pérdida súbita de trabajo, presencian un homicidio o son sujetos altamente dañados por el estrés vial, y en muchas ocasiones las personas se ven rebasadas en sus capacidades para hacer frente a estas amenazas.

Así pues, la adversidad es cosa de todos los días y puede suceder fuera del círculo familiar o dentro de éste al enfrentar un divorcio, la muerte de un ser querido, cambiar de residencia, ser abusado sexualmente o maltratado físicamente e incluso enterarte de un diagnostico inesperado de enfermedad. Personas de cualquier edad se pueden llegar a cuestionar si tendrán la fuerza necesaria para continuar, es ese momento cumbre en donde sólo hay dos caminos: abandonarnos y dejarnos caer o sacar ese extra y sobreponernos.

En la última década han aumentado las consultas psicológicas de personas afectadas por un secuestro, una extorsión, una infidelidad o crisis sentimental, entre otras problematicas. Descubrir y fomentar nuevas capacidades humanas como la resiliencia podría ser un punto clave para hacer frente a esas inesperadas o inevitables crisis de la vida, sean estas financieras, físicas o emocionales. Entendemos por resiliencia la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones extremas logrando sobreponerse a ellas y llegando a salir fortalecidos de ellas.

La resiliencia es una herramienta humana alojada en las capacidades de la persona que permite mantenerse estable ante una situación de riesgo sin comprometer la vida ni el equilibrio emocional. Las situaciones desafiantes o difíciles en la vida de las personas generan ventajas que tiempo atrás no lograbamos valorar. De lograr aprender y desarrollar esta capacidad humana podremos estar listos para que los eventos estresantes o desastrosos que se dan a lo largo de la vida no nos deterioren ni destruyan y que más bien nos reconstruyan positivamente.

Adaptarse bien a las nuevas condiciones que genera un rompimiento, el estrés  o un cambio drástico en nuestras vidas es una de las capacidades que distingue a las personas resilientes. Esto no significa que no sientes dolor o malestar al experimentar algún suceso peligroso o perturbador, sino que  se logran sobreponer a los sucesos críticos de una manera funcional.

¿Pero cómo se aprende a salir ileso de un revés en la vida? Victimizarse es una de las decisiones más comúnes -y menos funcionales- que muchas personas toman después de una pena o tragedia, “¿por qué a mi? ¿por qué yo que no le hago daño a nadie?”. Otras formas inasertivas de enfrentar una crisis es culpar a otros de lo acontecido, en otros casos hay quienes eligen refugiarse en el pasado como una falsa forma de prevenir más daño, “¿si tan solo él no me hubiera hecho tanto daño?, mis padres no me amaron, nunca les importé, etc.”, todas ellas, estrategias inútiles para enfrentar la adversidad y que nos alejan de la posibilidad de ser resilientes.

La psicología positiva nos aporta hoy nuevas alternativas para sentirnos valerosos e intentar levantarnos tantas veces como sea necesario, existen nuevas formas para sustituir la culpa por lo que hiciste y por lo que dejaste de hacer; hoy puedes desarrollar una serie de conductas y las personas resilientes tienen destacadas caracterísitcas que tú puedes imitar:  

1) Saben aceptar la realidad tal cual es. Solo seré capaz de modificar aquello que puedo identificar y que acepto en toda su extensión.

2) Tienen una profunda creencia en que lo vivido tiene un sentido, asumen sus dificultades como una oportunidad para aprender.

3) Tienen una inquebrantable capacidad para mejorarse a sí mismas. No se limitan a intentar.

4) Están plenamente conscientes de su aquí y de su ahora.

5) Practican ver la realidad en una justa proporción de optimisto y objetividad.

6) Evitan a personas tóxicas en su diario convivir.

7) Son flexibles y se adaptan con convicción a los cambios.

8) Usan su sentido del  humor y se logran reir de la adversidad.

“Siempre recuerda, lo imposible sólo cuesta un poco más y derrotados son  aquellos que bajan los hombros y se entregan”.  Pepe Mújica

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