Dra. Miroslava Ramírez Sánchez
Desde que nacemos hasta que morimos atravesamos por diferentes etapas y ejecutamos diferentes roles que son consecuencia de la edad, las experiencias interpersonales y los sucesos vividos.
Durante el curso de vida habrá que tomar distintas decisiones y una de las más difíciles, incluso de aceptar, es la serie de cambios que provoca la edad y con ello las renuncias a ciertos roles o tareas que debemos dejar, como por ejemplo aceptar que ya no somos igualmente ágiles e independientes o el tener que dejar partir a los hijos a quienes nos dedicamos en tiempo y alma.
Estos cambios pueden provocar crisis de menor y mayor intensidad, puesto que al pasar de una etapa a otra las reglas sociales y familiares cambian, provocando en el sistema familiar situaciones adversas como es la separación de uno de los miembros o los problemas a nivel familiar y de pareja que suelen presentarse.
Las personas solemos desarrollar apegos, el apego es la forma de relación más íntima, profunda e importante que establecemos los seres humanos, éste se caracteriza por ser una relación que es perdurable, generalmente estable, de carácter consistente y perecedera durante la mayor parte de la vida, como por ejemplo las que se desarrollan entre las parejas, entre padres e hijos, entre maestros y alumnos e incluso entre el amo y su mascota.
Generar vínculos especiales es sano, pero llega el momento de cambiar roles, de abandonar la vieja encomienda y movernos (con o sin nuestra anuencia) en una nueva dirección. La importancia de la cercanía en la crianza nos dice que debemos entregar toda la afectividad, cariño y contacto físico a nuestros hijos en aras de que podamos enseñarles a enfrentar el mundo de un modo adecuado. Pero qué sucede cuando la tarea ha sido realizada y nuestros hijos ya no necesitan más esa cercanía.
Qué sucede cuando mi rol caduca y no logro desengancharme resistiéndome de mil formas a pasar a otro momento, cómo hago para encontrar un nuevo sentido a mi vida si lo que hacía por el otro me abarcaba por completo y vivía para ello en toda la extensión. Cómo dar mis nuevos pasos hacia esa nueva vida una vez llegado el momento.
Los padres debemos lidiar con la partida de nuestros hijos y precisamos encontrar los métodos que ayuden a nuestros hijos a independizarse, a alejarse de un hogar nutridor sabiendo que dejan atrás un lugar y las formas para que los papás puedan hacer frente al dolor de la separación.
Una buena idea para lidiar con la etapa del nido vacío son las siguientes sugerencias:
- Prepararte todos los días para la partida. No esperes al último momento para invertir tiempos a solas contigo mismo para generarte nuevos proyectos.
- Vive esta etapa como una nueva aventura y no como algo aterrador.
- Analiza las diferentes maneras en que puedes mantenerte vigente aunque no presente para tus hijos. Mantener la comunicación constante es preservar el vínculo. Usa la tecnología y envía mensajes, has video llamadas, usa Facebook.
- Si tu sentimiento de vacío es inmanejable, acepta ayuda. Admite tu pena y deja que el dolor vaya saliendo con la facilitación de un profesional, así podrás recuperarte más pronto. Enfócate en identificar tus nuevas necesidades y ocúpate de ellas.
- Vuélvete tu prioridad. No te olvides de ti, toma un curso, retoma tu carrera, has voluntariado, crea grupos de amigos.
- Reconquista a tu pareja. Retoma la relación, interésate en re-conocerla, ¡Sorpréndete!
- Evita convertir la habitación de tu hijo en un santuario deprimente. Reacomoda, desempolva, dale un aire de frescura y fluye.