Dra. Miroslava Ramírez Sánchez
Imposible vivir siempre detrás del reloj, nuestra mente requiere de una pausa, es necesario un reposo o ella se inconformará. Las personas que toman vacaciones de manera programada al menos dos veces al año logran una vida más equilibrada manteniendo mejores relaciones interpersonales, preservando una mejor salud mental que les permite mayor eficacia para tomar decisiones e incluso siendo más eficaces en su campo laboral. Vacacionar no es un lujo, sino una necesidad. Debo compartirles que en muchos de los casos de disfuncionalidad e insatisfacción que me consultan existe un factor de agotamiento mental por la falta de un “break” en la rutina.
Nuestros ritmos de vida laboral nos hacen poner toda la atención en ajustarnos a las metas programadas, pagar las deudas adquiridas, ser productivos, seguir estudiando para actualizarnos, cumplir con compromisos sociales aunque estés cansado. El estrés que se produce por una vida tan ocupada puede ser una fuente de impulso si sabemos manejarlo, de lo contrario incide de manera negativa causando un declive en el impulso y en la atención provocando incluso que dejemos de disfrutar lo que hacemos con todo un cuadro aterrador de “burn out”.
Un dato curioso es que el gobierno japonés está pretendiendo legislar que sus ciudadanos tomen al menos 5 días de vacaciones al año pretendiendo disminuir los altos índices de enfermedad y muerte por la ausencia de descansos en el trabajo. Esto se debe a que los empleados no disfrutan el tiempo vacacional que legalmente les corresponde, pues les preocupa que sus compañeros tengan que hacerse cargo del trabajo adicional o debido a que el trabajo es demasiado y no desear postergarlo.
En nuestra cultura, pensar en vacacionar implica mucho más que solo un plan, se cree que tomarse un tiempo de descanso que valga la pena ha de ser caro y difícil de costear. Sin embargo, recientes investigaciones científicas han descubierto que tomarse cortos periodos de descanso sin necesariamente viajar largas horas puede producir mucho más beneficio que un viaje largo y costoso.
Lo que en realidad necesitamos para reparar nuestro funcionamiento y estimular nuestro bienestar son pequeñas escapadas incluso en tu misma ciudad, pero cargadas de mucha creatividad para que de verdad repongamos la energía que hemos consumido. Hacer cosas novedosas que impliquen desafíos y alejarnos de nuestra zona cotidiana puede producir descanso psicológico: niveles emocionales positivos y menos depresión y reparación física: baja presión arterial y cinturas más angostas.
Planear una escapada puede ya, desde el simple plan, generar gran satisfacción, pues las expectativas futuras que implican ansiar unas vacaciones mantiene a la mente emocionada y mentalmente optimista.
Desconectarnos y romper la rutina puede ayudar a bajar de peso y estimular las hormonas de la felicidad frenando el agotamiento mental y aumentando la energía y el impulso por emprender cosas nuevas y tomar decisiones. Tomar distancia de los pensamientos y de personas habituales es una recompensa para la mente y los beneficios pueden durar hasta 3 o 4 semanas.
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