La campaña electoral para elegir el nuevo sucesor en nuestro país ha tenido gran relevancia a nivel de nuestra salud mental; gran parte de la población mexicana se ha visto afectada por una corriente de ansiedad y angustia producto de la explosión de noticias diarias sobre el proceso electoral. Sin importar quien ganó la elección, hoy dìa hay quienes sufren su decepción o aquellos que están en la explosión de la alegría. El sufrimiento mental causado  por una alteración de la visión de la realidad tiene ciertos signos y síntomas: aislamiento, desinterés, amargura, inapetencia, y preocupaciones excesivas acerca del futuro del país.

Por fortuna, la decisión más impactante  finalmente ha concluido, podemos dar un profundo respiro. Sin embargo, esta transición ha generado en muchas personas una incertidumbre post-electoral tanto para los victoriosos como para los que no simpatizan con la final resolución democrática.  

En otros años, era poco común que mis consultantes se sintieran movilizados o trajeran al consultorio padecimientos emocionales tales como dificultad para concentrarse, insomnio, irritabilidad con los miembros de la familia e incluso un bajón en su libido derivados de la incertidumbre por el clima político; nunca había visto nada con este nivel de estrés producto de un cambio de gobierno incluso en adultos jóvenes o millenials.

Las diferencias y discrepancias que se generaron entre amigos, compañeros de trabajo, incluso entre seres queridos a partir del intercambio de agresiones que han caracterizado la actual contienda política provoca un transe de hostilidad y de susceptibilidades que agita el ambiente social y potencia el trastorno de estrés electoral. Este trastorno afecta los centros de estrès del cerebro, en particular el centro emocional (o sistema límbico) que afecta al vez nuestra química mental y psicológica, producto de las sensaciones de miedo, enojo, frustración, impotencia  y hasta resentimiento que los debates y los discursos polarizados y las visiones incongruentes o ambiguas de los candidatos a la presidencia despertaron en la nuestra población.

Se viene una oleada de nuevos órdenes presidenciales y de nombramientos ejecutivos que pueden hacer que parte de nuestro cerebro recuerde las frustradas ilusiones puestas en un candidato y al contactar con la derrota del favorito sobrevenga una sensación de desánimo y desconfianza ante las instituciones acompañado de un intenso pánico frente al futuro. 

En la mayoría de las personas este padecimiento transita si se permiten ocupar su mente dando prioridad a los eventos de la familia, la salud o el trabajo. Es recomendable que las personas sigan estando comprometidas con la realidad y trabajen en la aceptación o que aquellas que aún mantienen su idea de “ser salvados” por el nuevo presidente aterricen ideas de autonomía e independencia.

Para combatir el estrés postelectoral es sano dirigir la atención a otras cosas que generan motivación y disminuyen tensión tales como empezar a idear proyectos de progreso personal, financiero y familiar que puedan poner en juego la propia capacidad para proponer y ejecutar nuevos ideales. También es útil realizar tareas de relajación como  pasear al aire libre, leer un buen libro, pasar tiempo con amigos, limpiar el closet, cabalgar, canotaje, hacer cosas novedosas que despierten interes al cerebro y lo comprometan en una dirección más creativa, industriosa y optimista.

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