Dra. Miroslava Ramírez Sánchez

La resiliencia no es sólo un concepto, sino una herramienta que representa una ventaja competitiva en las personas, pues es la capacidad para afrontar las situaciones adversas sin salir devastados y mejor aún logrando fortalecerse de la experiencia.

Hay varias razones por las que urge dar prioridad al asunto de la resiliencia en el trabajo. La inestabilidad política, el frecuente choque entre lo que se espera del trabajo y lo que se obtiene, las constantes fluctuaciones en los estados de ánimo de los jefes y compañeros, las tensiones en las relaciones jefe-subordinado, las tiranías en alcanzar los objetivos empresariales, el estrés generado por la competitividad entre los colaboradores, esa angustiante lucha por ser más y mejor,  plazos de entregas exigentes, gran cantidad de empleados conflictivos, autoridades abusivas, personas negativas, insatisfechas en sus puestos de trabajo y frustradas por no conseguir sus metas, envidias entre compañeros, la falta de reconocimiento, sentido de no pertenencia a la institución, la ausencia de una identidad empresarial que confunde y aleja al empleado haciéndolo indiferente y descuidado, en fin.

Con tan solo unos pocos ejemplos podemos constatar que el ambiente laboral se vuelve por demás estresante al grado de llegar a ser inmanejable y con ello no sólo se genera una baja productividad, también una excesiva rotación de personal, la duplicación de esfuerzos sin resultados notables y además se desata un ciclo de deterioro de la propia estabilidad emocional, física y espiritual.

Las personas son el recurso más valioso que tienen las empresas, muchas de las más prestigiadas están tomando consciencia de lo primordial que resulta formar equipos de trabajo resiliente. Pero ¿qué importancia tiene esa cualidad hoy en día en los puestos de trabajo y en el desempeño del mismo?

Como coach empresarial en el área psicológica, trabajo consolidando equipos de alto rendimiento y una de las primeras acciones a emprender se centra en generar habilidades de adaptación en la construcción de la nueva brecha laboral. Eso quiere decir que las personas resilientes deberán poseer actitudes deferenciales (que contrarresten los efectos de las crisis laborales y personales), tales como creer mucho en lo que hacen, poseer una autoestima alta, practicar el optimismo, ofrecer flexibilidad y algo muy importante en el espacio laboral dada la vertiginosa velocidad con la que se mueve nuestro mundo hoy es: facilidad de adaptación a los cambios. Todo ello se logra a partir de una intervención y gestión empresarial.

Invertir en desarrollar capacidades resilientes en las personas redunda en superar los desafíos empresariales con un mayor índice de logros a través de un estilo mucho más natural e incluyente de la propia persona en cuanto a su impacto y beneficio. Los grupos de trabajo resilientes se caracterizan por tener más esperanza en el logro de la meta, se adaptan mejor a las situaciones negativas en el puesto de trabajo y están orientados hacia el aprendizaje de las experiencias no gratas.

En nuestros días se ha hecho evidente a nivel global que las empresas no logran sus objetivos fundamentales si no se cuenta con un alto margen de buen clima laboral. Las personas resilientes favorecen a la empresa y ésta puede ejecutar los siguientes principios para lograr posicionar la herramienta de la resiliencia en sus colaboradores:

  1. Enriquecer los vínculos entre las personas propiciando que se conozcan más allá del plano laboral.
  2. Fijar límites claros y fronteras firmes (no inflexibles) en cuanto a normas y procedimientos.
  3. Incluir cápsulas de ergonomía y actividad física dentro de la jornada laboral. Recreación.
  4. Supervisar y preservar el ambiente de trabajo libre de basura, humo, chatarra, excesivo café o bebidas endulzadas, olores desagradables.
  5. Enseñar y promover políticas de convivencia asertiva.
  6. Diseñar estrategias para ubicar a líderes activos, alegres e incluyentes en la posición correcta.
  7. Promover el sentido del humor y contagiar la risa para revitalizar el ánimo.
  8. Favorecer la apertura entre los jefes o empleados y los diálogos cara a cara de manera comunicativa y no sólo a través de oficios o memorándums.
  9. Insertar la filosofía de compatibilidad entre bienestar laboral y bienestar personal.
  10. Habilitar rincones de descanso que favorezcan breves momentos de descanso visual y postural.
  11. Supervisar que la iluminación sea buena, que la silla de escritorio esté en buen estado.
  12. Generar una constante supervisión al nivel de ruido que se maneja en la oficina para reducirlo al mínimo, tanto en el manejo del tono de voz como en el uso de tecnología dentro de las oficinas o cubículos.
  13. Generar espacios de escucha a nuevas ideas, propuestas que generen sensación de inclusión y sentido de pertenencia a la institución.

“Recuerda que no es cómo te caes, sino cómo te levantas”. (Stanley B.)

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