Dra. Miroslava Ramírez Sánchez

Nadie se libra de esta posibilidad, algunos la inician de manera precoz y otros se resisten a contactar con el avance de la edad. Posicionarse en el proceso de envejecer es tomar conciencia de lo que pasa en él.

Finalmente todos vamos para ese camino y muchas veces cometemos el error de dar por hecho que siempre tendremos la misma energía o que estaremos igual de vitalizados y productivos. ¿Pero sabemos cómo aprender a envejecer? Después de los 65 años comienza a vivirse una etapa de la vida que para muchos requiere de un aprendizaje para aceptar con optimismo la edad dorada.

A muchos les representa un problema llegar a esta edad debido a la inevitable transformación que vive el cuerpo y la mente. Es una etapa de cambios de rutina que algunos adultos mayores no desean y que representan un punto de quiebre en sus estados de ánimo, bien sea porque se accedió a la jubilación o bien por las limitaciones físicas que se nos presentan de manera natural.

La resistencia a aceptar el cúmulo de cambios genera graves situaciones para la persona de la tercera edad, debemos anticiparnos a pensar que es más fácil aceptarlos con mayor flexibilidad si la persona se ha encargado de llevar una vida gratificante y es que, finalmente, se envejece como se ha vivido.

¿Cómo crees que serás cuando envejezcas? ¿Te estás encargando de hacer que tu vida valga la pena ahora? Nuestros viejitos se vuelven más irritables al sentirse poco útiles, el aburrimiento por la inactividad puede generarle enojo o tristeza que a veces no pueden identificar, ni saben manejar, la incapacidad para sentirse autónomo (necesidad forzosa de depender de alguien) puede generarle sentimientos de minusvalía y con ello entrar sin darse cuenta en fuertes periodos de depresión.

Los abuelos pueden volverse huraños o aislados al no sentirse saludables o ágiles –especialmente aquellos que valoran la productividad pensando que hacer más es valer más- al no sentirse tomados en cuenta o al no sentirse interesantes o vigentes en los nuevos círculos sociales provocando que la familia se desconcierte y no entiende qué le pasa.

¿Cómo prevenir la amargura al envejecer? Las personas que tienen conflictos no resueltos, que acumulan frustraciones en vez de superarlas y aquellas que han cultivado relaciones conflictivas a lo largo de los años, la tendrán más difícil al momento de envejecer. Cultivar los hábitos de lectura y practicar aficiones puede facilitar el tránsito hacia la edad mayor.

Cuidar los detonadores de insatisfacción más comunes es otra forma de aprender a envejecer. El  ocio es un disparador de displacer. El tiempo libre debería ser entendido como una de las dimensiones más importantes en esta etapa y aprovecharla como una oportunidad para conocernos, reconocernos y experimentar nuevas capacidades.

Conocerse lleva a descubrir potencialidades, recrear motivaciones, registrar deseos que quizá fueron relegados anteriormente. Descubrir capacidades no industriosas (productivas), pero sí afectivas (o de contacto con otros) como el saber escuchar, saber solo estar (sin prisas ni deberes obligados), saber acompañar a otros e incluso despertar el propio liderazgo convocando a otros abuelos a un club de lectura, a escuchar o compartir música, a meditar, hacer jardinería sencilla, etc. Sentirse útil y capaz es una de las claves para que el abuelo pueda lidiar exitosamente con la última etapa de su vida sin percibir que nada contra corriente.

¿Qué tendré que evitar cuando llegue la vejez?

Poner toda mi paciencia adquirida durante la vida para evitar tornarme intolerante, criticón, obstinado, caprichoso, impaciente o mal modoso.

Tener cuidado de no repetir incesantemente la historia de todos los días.

Evitaré ser irónico o sarcástico para poder compartir una grata conversación.

Evitaré volverme estorboso o dependiente y procuraré sentirme útil y capaz.

Me mantendré atento a mis modales, a mi higiene y a mi imagen personal.

Soltaré el control de las cosas que ya no pueda manejar y con soltura delegaré en mis hijos.

Me dispondré a escuchar más sin pretender tener siempre la verdad ni ser el centro de atención.

Lograré desarrollar un nuevo estilo para darme a notar y no pasar desapercibido, ahora, a través de ser admirable para mis hijos.

Seré responsable con mi  propia felicidad, estos años son para vivirlos, no estaré esperando el final.

Aprovecharé la sabiduría que he adquirido en el paso por la vida para lograr ser prudente en mis decisiones y poder ser precavido.

Recuerda, se empieza a envejecer cuando se deja de aprender.

Comentarios a la autora:

psicologa.miroslavaramirez@yahoo.com

 

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